lunes, 1 de diciembre de 2014

“La salud como negocio”, libro de combate




Javier Peteiro Cartelle.  Doctor en Medicina.  Xefe de sección de bioquímica do CHUAC.
Autor do ensaio “El autoritarismo científico” (Miguel Gómez Ediciones, 2010).
(Texto leído na presentación do libro “La salud como negocio” na Coruña. 26-Novembro-2014).


Dr. Javier Peteiro Cartelle
La bondad o maldad de una idea es observable en sus consecuencias, pero unas son más aparentes que otras. Este libro nos muestra los efectos de una idea inhumana, la del modelo ultraliberal, en el sistema sanitario público. El título ya indica lo esencial de su tesis: la salud de muchos se ha convertido en negocio para no pocos.

El trabajo realizado es tan difícil como importante, pues ilumina algo con la luz de abundante información concreta y contrastable. El contexto lo describe muy bien en el prólogo el profesor Beiras, destacando que la financiarización del capital disocia la especulación de la producción y distribución de bienes y servicios en la economía real. También nos dice que, cuando ese modelo, de economía de casino, entra en crisis, el capital reacciona contra los salarios de los trabajadores y reclama para la inversión privada los espacios ocupados por el sector público, siendo todo ello facilitado a su vez por la pérdida de soberanía real del estado – nación frente a los gigantes transnacionales.


Estamos ante un modelo en el que todo vale ante el dios dinero. Las abundantes noticias sobre tanta corrupción en nuestro país desvelan algo malo, lo ilegal, pero quizá su peor efecto sea que cubren a la vez algo que también es perverso y que es lo legal actual. Y es que, como es sabido, lo legal y lo ético no van necesariamente unidos. Es ahora cuando sabemos de los beneficios de que legalmente disponen nuestros supuestos representantes en claro contraste con otras situaciones recientes imposibles de comprender. Se nos está haciendo daño. A unos más, a unos menos. Hay imágenes crudas al respecto, hay datos de instituciones benéficas que hablan de hambre. Al lado de nuevos ricos horteras, muchos de ellos ladrones, crece la masa social del precariado y la cantidad de gente que desciende a la miseria. 
 
Pero desde esa impresión podemos hacer muchos discursos insustanciales. Nada peor que lo superficial. Conocer la realidad implica describir, analizar, sus distintos sectores, en profundidad. Y uno de esos sectores, cuya importancia no es cuestionable, es la salud. En ese ámbito, como en otros muchos, pareciera que fuerzas oscuras nos atacan; los mercados, se dice. Pero no hay tales oscuridades. Son personas concretas con nombres y apellidos, son firmas respetables quienes lesionan nuestros derechos. Y uno de esos derechos, el de una asistencia sanitaria pública decente, es consustancial al hecho de ser ciudadanos. Por lo que un ataque a un derecho básico supone incluso algo más, implica, si cabe, una desposesión en el plano ontológico, por el que dejamos de ser ciudadanos para ser asegurados, súbditos, recursos humanos o elementos peligrosos. Como ciudadanos que no nos negamos a serlo somos políticos. Muchos de quienes se definen como tales desconocen que ya Aristóteles nos definió así, como animales políticos y por eso también se nos niega ese modo de ser en el mundo. Basta con recordar cómo es habitual que se descalifiquen las manifestaciones en las calles o huelgas diciendo que tienen tinte político. Pues claro. El hecho mismo de estar hoy aquí es político.  

Concretemos un poco más sobre este magnífico texto. Este libro analiza los efectos de un modelo cruel en la salud mostrando cómo el criterio mercantil, el afán de negocio, no conoce límite alguno. No es fácil mostrarlo. Por una parte, supone mucho trabajo. Por otra, valentía, algo que escasea en nuestros tiempos. En la Introducción, el profesor Vicenç Navarro dice muy acertadamente que el libro “es una mina de información”. También indica que estamos ante un texto “escrito de una manera amena, fácil de leer y comprender”. Considero esto un tanto discutible. Efectivamente, es de fácil y amena lectura desde el plano intelectual, pero esa misma lectura se ve dificultada porque lo que revela conmueve, irrita, indigna y es que, a pesar de ver telediarios y leer periódicos, se hace difícil asumir que el afán de lucro sea tan burdamente  insensible a la muerte que provoca.

Es un libro valiente. Se ataca al sistema desde dentro, desde el conocimiento que esa inclusión confiere. No todo el mundo es capaz y es que se asume por mucha gente que estas cosas no deben hacerse, que para qué, que nadie va a arreglar el mundo, etc., etc. Hay una expresión preciosa de Beiras en su prólogo. Dice que “contra ellos es preciso que los ciudadanos desencadenemos un huracán de ideas, de rebelión cívica y de ofensiva política realmente democrática.” Suena bien, tanto que parece utópico, pero no lo es. No debiera confundirse nunca el ideal con la utopía. El ideal alumbra esperanzas y despliega decisiones. El ideal es necesario mientras que la utopía acaba siendo siempre distopía, algo que alcanza a esa perspectiva ingenua de la bondad de un progreso científico imparable. Este libro se encuadra en el ideal necesario pero tomando pie en lo real para transformarlo. Tan es así, tan realista es en su confección, que el propio Pablo lo califica de “libro de combate”. Ya lo había publicado en gallego en 2012. En sólo dos años, la realidad ha superado las predicciones más negativas haciendo necesario un libro de mayor difusión y contenido como es el que hoy presentamos.

Tratar de resumir este trabajo equivaldría a mutilarlo, por lo que me abstendré de ello. O se lee o no, pero no es posible decir tanto necesario en menos espacio. Este libro es, pues, de combate, de combate defensivo se entiende, porque nunca hubiera surgido si no se hubiera producido ese ataque inhumano desde quienes deben estar al servicio de la ciudadanía y han optado por convertirse en vampiros de ella. Es descriptivo fundamentalmente, a la vez que explica lo que describe. Pero también es sugerente, porque el material proporcionado suscita la reflexión  que precede a la acción precisa. No basta con victimismos. Al contrario, hay que estudiar por qué hemos llegado a esta situación y cómo salir de ella. La tarea por hacer es muy vasta y precisa de muchos.
Una de las grandes armas del poder, de ese monstruo económico que destroza hombres, animales y plantas, que acaba con todo lo bello y lo bueno, que no tiene límites, reside en la enajenación del sujeto a la que traté de aludir anteriormente, se basa en hacer del sujeto objeto, en reificarlo. Pasada la época del tráfico de esclavos, hoy es la tecnociencia la que sostiene la nueva esclavitud. La ciencia, como Jano, tiene una doble faz. No se trata de poner en cuestión su indiscutible bondad, pero sólo desde la inocencia pueril puede ignorarse el mal que permite, un mal facilitado por la simbiosis entre la tecnociencia y el mercado.

Pablo Vaamonde, Manuel Martín, MªJosé Rubio, Javier Peteiro
La enajenación tiene mucho que ver con la incomunicación. Sabemos de la paradoja existente. Podemos comunicarnos por Skype a la velocidad de la luz con una persona que viva en cualquier punto del planeta. Tenemos smartphones que nos dan acceso a toda la información que precisemos. Las redes sociales incrementan de día en día a un ritmo vertiginoso el número de miembros. Pero, a pesar de toda esa supuesta comunicación, estamos más solos que nunca. El individualismo es atroz y parece impedir una acción colectiva que ha de ser retomada con vigor, mejorando las estructuras ya existentes, sean sindicales, profesionales, de foros de debate, del tipo que sean siempre que defiendan la democracia. Hay un elemento relacionado con esa desposesión pretendida de nuestro ser de ciudadanos, de políticos y es la educación. Poéticamente habita el hombre, decía Hölderlin. No parece que esa posibilidad esté facilitada por una pseudoeducación acomodaticia y utilitarista que persigue la aparición de técnicos flexibles y obedientes en tanto no sean sustituibles por robots.
 
Es fácil embelesarse ante lo que la tecnología  nos ofrece y la Medicina ha sucumbido en buena medida a la fascinación de la técnica y a la tentación de reconocerse como ciencia. De ese modo, en vez de médicos estamos pasando a tener científicos de la Medicina, que no es precisamente lo mismo. Desde la pretendida perspectiva científica surge un higienismo religioso que confunde enfermedad con pecado y que medicaliza lo normal; porque lo normal ya no lo es si excede a la norma, sea ésta estadística o epidemiológica . Esa Medicina triste, industrializable, confunde la norma de la fábrica de cosas con la norma biológica a la que debemos someternos; dicho de otro modo, nos hace candidatos a ser certificables nos ISOfica. Curioso el término ISO que sin pretenderlo hace evocar el griego “isos”. Pasamos a ser cosas como agregados moleculares explicables desde la lamentable metáfora informática genética.

Dr. Javier Peteiro Cartelle
Todos, cada uno, tenemos un desafío ético. A veces, basta con decir sí o no cuando hay que hacerlo, simplemente. Y, en lo concerniente al sistema sanitario público hemos de tener en cuenta algo. No sólo es atacado por las grandes firmas, por tiburones mercantiles o por los expertos en puertas giratorias. Existen muchas complicidades activas y pasivas en este mercadeo de salud. Si hay médicos que salvan vidas y que mantienen la dignidad del sistema público formando equipo con todos los demás estamentos (hemos visto la importancia de las limpiadoras con ocasión del ébola), también hay muchos médicos que, desde puestos directivos participan del desmantelamiento que pretenden de ese sistema. Además de las que irónicamente llama Pablo “vidas ejemplares”, hay mucho cómplice mediocre embarcado en beneficiar a los grandes por un miserable plato de lentejas en forma de dirección o subdirección de algo, desde la que ser servil y tirano a la vez.

Y es que la Medicina ya no está en manos de médicos, sino de gestores mediocres, de firmas diagnósticas, terapéuticas (el caso de sofosbuvir para la hepatitis C es un buen ejemplo) e informáticas. Hace un tiempo algunos médicos de atención primaria plantearon objeción de conciencia ante las consecuencias del abominable Real Decreto 16/2012. Pero… ¿serviría de algo? En absoluto, porque un paciente es ya un número, pero no el que tiene su cama o su historia en papel; es un número informático. Si no hay ese número, no hay análisis, no hay radiografías, no hay nada; en síntesis, no hay paciente. Curiosamente no hay paciente sin número pero sí que hay número sin paciente porque lo que le importa al mercado del paciente no es él como tal sino toda la información que supone su número de historia. Podría decirse que las historias, como los genes, ya no son nuestros. Los enfoques Big Data facilitan ya que incluso se pueda hacer negocio con los que son moribundos o muertos, porque a un muerto también se le puede extraer información; no la clásica de una necropsia, sino la utilizable para estudios de mercado.

Pacientes y personal sanitario estamos informatizados, vigilados, siendo sospechoso cualquier atisbo de crítica. Sometidos a vigilancia y embobados en una competitividad enmarcada en la estúpida frase tantas veces oída de labios de nuestros ilustres gestores de que “hay que saber venderse”. Una frase habitual y que ignora que hay una palabra para ello en el diccionario.

Finalizo con una frase incluida en la introducción que hace el profesor Navarro. Dice que la medicina privada parasita los servicios públicos. Es una gran verdad. Por un lado, se nutre de sus médicos, pues los especialistas lo son en España en la inmensa mayoría de casos gracias al sistema MIR. Por otro, la reticencia mostrada siempre a la exclusividad en el sistema público ha favorecido la extraña relación entre el sector público y privado, por la que vemos a ilustres médicos que trabajan en varios hospitales (o simplemente pasan por ellos) a la vez que muchos más compañeros tienen contratos basura o sencillamente emigran. 

Pues bien, mostrar “La salud como negocio”, título de este brillante libro, es un magnífico acicate para que muchos digamos que hasta aquí hemos llegado.




1 comentario:

  1. Moitas grazas por recollelo, Pablo.
    Benvido sexa este post se logra o seu obxectivo de inducir a ler ese estupendo libro chamado "La salud como negocio".

    ResponderEliminar